martes, 24 de septiembre de 2013

INCREÍBLE...


Q

Justin Quinnell no le basta con crear sus propias cámaras de fotos. Necesita también nuevas perspectivas para sus fotografías. Por eso un día se preguntó cómo se vería el mundo desde su boca.
Llevaba varios años dedicado al mundo de la fotografía pero su afición por las cámaras estenopeicas o pinholes (aquellas que no disponen de lentes y por eso la imagen se produce tras el paso de la luz a través de una pequeña apertura de menos de cinco milímetros) no llegó hasta principios de los 90. Entonces era profesor en una de las zonas más humildes de Bristol. Sus alumnos no podían permitirse comprar una cámara, por lo que Justin Quinnell decidió que ellos mismos se las fabricaran. La materia prima, las latas de refrescos que los estudiantes tomaban en los intermedios de las clases. Los alumnos de Quinnell se convertían sin saberlo en pioneros en reciclaje y en los artífices de la futura pasión de su profesor.
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“Es barata, anticomercial y mucho más ecológica (soy miembro del Partido Verde). Pero además su profundidad de campo es ilimitada y ¡puedes fabricártela tú mismo!”, Son,según Quinnell, algunas de las ventajas que la pinhole dispone frente a la fotografía basada en lentes. Y en el caso concreto de su serie ‘Mouthpiece Collection’, el fotógrafo suma una más: la posibilidad de realizar fotografías desde su propia boca.
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Todo surgió meses después de que Quinell creara una cámara ‘indestructible’ con la que comenzó a realizar fotos a diversos edificios. De una forma más o menos casual, el fotógrafo descubrió que la pinhole cabía en su boca y decidió probar a ver cómo se veía el mundo desde sus fauces. “Originalmente el proyecto estaba concebido como ‘Un día en la vida de mi boca’, desde mi despertar hasta el momento de volver a la cama. En total tomé cerca de 200 imágenes. Algunas no pasaron la censura por cuestión de gusto y otras por razones prácticas, pero creo que, en general, ‘Mouthpiece’ tiene un buen ‘Best of’”.
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Latas de refrescos o de Pringles, papeleras, rollos de papel higiénico o, incluso, una naranja… La boca de Quinell se unía así a la lista de artículos convertibles en cámaras estenopeicas. ¿Lo siguiente? Puede que cualquier otro producto de su vida cotidiana o puede que opte, de nuevo, por colocar la cámara en cualquier otra parte de su cuerpo. Quién sabe, porque como señala Justin Quinell, “todo aficionado a la fotografia pinhole debe estar continuamente desarrollando nuevas ideas”.
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