sábado, 24 de octubre de 2015

Kitsch y Camp

Extractos del libro de Abraham Moles sobre el Kitsh y notas sobre el camp de Susan Sontag  



MOLES, Abraham A. [1971]. El Kitsch. El Arte de la Felicidad. Trad.: Josefina Ludmer. 1ª ed. Buenos Aires: Paidós, 1973 (“Mundo Moderno Paidós”, 55). Tit. or.: Le Kitsch. L’Art du Bonheur. Paris: Maison Mame, 1971.


El término kitsch es poco conocido en francés, y sólo se lo empleó de un modo casual en los trabajos científicos [...]. Es un concepto universal, familiar, importante, y corresponde sobre todo a una época de génesis estética, a un estilo de ausencia de estilo, a una función de confort sobreañadida a las funciones tradicionales, a un nada está de más del progreso.
La palabra kitsch aparece en Munich, en su acepción moderna, hacia 1860, y es una palabra bien conocida del alemán meridional: kitschen es frangollar, y en particular hacer muebles nuevos con viejos, se trata de una expresión familiar; verkitschen es “hacer pasar gato por liebre”, vender algo en lugar de lo que específicamente se había pedido: se trata de un pensamiento ético subalterno, de una negación de lo auténtico.
El kitsch es la baratija [...], una secreción artística originada por la venta de los productos de una sociedad en sus tiendas, que se transforman, junto con las estaciones, en verdaderos templos.
El kitsch se vincula con el arte de una manera indisoluble, del mismo modo que lo inauténtico se vincula con lo auténtico. “Hay una gota de Kitsch en todo arte”, dice Broch, puesto que en todo arte hay un mínimo de convencionalismo, de aceptación de la necesidad de producir placer en el público, y ningún artista está exento de este rango.
Aunque el kitsch es eterno tiene, sin embargo, sus períodos de prosperidad relacionados, entre otras cosas, con una situación social, con el acceso a la abundancia: el mal gusto es entonces la etapa previa al buen gusto y se realiza mediante una imitación de los Olímpicos, con un deseo de promoción estética que se detiene a mitad de camino.
Aquí, el mundo de los valores estéticos ya no se dicotomiza en lo Bello y lo Feo: entre el arte y el conformismo se extiende la vasta región del kitsch. El kitsch se muestra vigoroso durante la promoción de la cultura burguesa, en el momento en que esa cultura asume el carácter de opulenta, es decir, de exceso de los medios respecto de las necesidades, por lo tanto de una gratuidad limitada, y en cierto momento de ésta, cuando la burguesía impone sus normas a la producción artística.
El kitsch es, pues, un fenómeno social universal, permanente, de gran envergadura, pero es un fenómeno latente en la conciencia de la lengua latina, por falta de un término adecuado para definirlo. Por esto lo estudiaremos ante todo y esencialmente mediante ejemplos.
No es un fenómeno denotativo, semánticamente explícito; es un fenómeno connotativo, intuitivo y sutil; es uno de los tipos de relación que mantiene el hombre con las cosas, un modo de ser más que un objeto o aún un estilo. Por cierto que hablamos con frecuencia del estilo kitsch [...]; es un estado de espíritu que, eventualmente, se cristaliza en los objetos.
[...] En alemán, la palabra kitsch está llena de connotaciones despectivas. En la literatura estética posterior a 1900 se juzgó siempre al kitsch de un modo negativo, y sólo después de la época del pop-art, el hecho de dejar de lado la alienación del kitsch permitió que los artistas lo retomaran en función de una distracción estética (el kitsch es divertido), primera etapa de una recuperación en la historia del arte que se está produciendo actualmente. Kitsch universal, estilo y modo de ser, tendencia permanente vinculada con la inserción en la vida de cierta cantidad de valores burgueses, el kitsch será también un proceso de producción, una actitud del artista aplicado, una reverencia al rey consumidor..
[...] La actitud kitsch [...] será uno de esos modos de relación con el conjunto de la vida material [...] característica de una forma social que surgió durante el siglo XIX con el nombre de cultura burguesa. Esta cultura, transformada ante nuestros ojos en una sociedad de masas, que hace del medio cotidiano un flujo permanente más que un sedimento durable, desarrolla la relación kitsch como un tipo estable de vínculo entre el hombre y su medio, medio artificial en lo sucesivo, lleno de objetos y de formas permanentes a pesar de su carácter efímero [...]. El kitsch se vincula, pues, con un arte del vivir, y quizás en este campo es donde encontró su autenticidad, pues es difícil vivir en contacto íntimo con las obras maestras del arte en sentido estricto, tanto las del vestuario femenino como las de los frescos de Miguel Ángel.


SONTAG, Susan [1964]. “Notas sobre Camp”, en SONTAG, Susan. Contra la Interpretación. Barcelona: Seix Barral, 1969, p. 323-343.

Hay muchas cosas en el mundo aún no denominadas; y muchas cosas que, aún denominadas, no han sido nunca descritas. Una de éstas es la sensibilidad, inconfundiblemente moderna, variante de la sofisticación pero difícilmente identificable a ésta, que atiende por el culto nombre de camp.
Hablar de una sensibilidad (diferente esto de una idea) es uno de los temas más difíciles de tratar; pero hay razones específicas por las que el gusto camp, en particular, no ha sido nunca discutido. No es un modo de sensibilidad natural, suponiendo que esto pudiera darse. Es más, la esencia del camp es su amor a lo no natural: el artificio y la exageración. Y camp es esotérico: tiene algo de código privado, un símbolo de personalidad incluso entre pequeños círculos urbanos.
Aparte de un perezoso esquema de dos páginas en la novela de Christopher Isherwood The World in the Evening (1954), apenas ha trascendido a la imprenta. Por ello, hablar sobre camp es traicionarlo. Si la traición puede ser justificada, habrá de serlo porque permita una edificación, o por la dignidad del conflicto que resuelve. En mi defensa alego el objetivo de la autoedificación, y el estímulo de un agudo conflicto en mi propia sensibilidad. Me siento fuertemente atraída por el camp, y casi tan fuertemente ofendida por él. Esa es la razón de que quiera y pueda hablar sobre él. Pues nadie que participe absolutamente implicado emocionalmente en una sensibilidad determinada podrá analizarla; se limitará, cualesquiera fueren sus intenciones a exponerla. Denominar una sensibilidad, trazar sus contornos y referir su historia, exige una profunda simpatía modificada por la revulsión.
Aunque me refiera ahora simplemente a una sensibilidad, y a una sensibilidad que, entre otras cosas, convierte lo serie en frívolo, son estas cuestiones graves. La mayoría de la gente cree que la sensibilidad o el gusto son dominio de preferencias puramente subjetivas, de esas misteriosas atracciones, principalmente sensuales, que no han sido incorporadas a la soberanía de la razón. Conceden que las consideraciones de gusto desempeñan su papel en las reacciones para con la gente y las obras de arte. Pero esta actitud es ingenua. Y peor todavía. Patrocinar la facultad del gusto es patrocinarse a uno mismo. Pues el gusto gobierna toda respuesta humana libre, es decir opuesta a rutinaria. Nada hay tan decisivo. Hay gusto en las personas, gusto visual, gusto emocional, y hay un gusto en los actos, en la moralidad. La inteligencia es también de hecho un tipo de gusto: gusto en las ideas (uno de los hechos implícitos en ello es que el gusto tiende a desarrollarse muy desigualmente. Es raro que la misma persona tenga buen gusto visual y buen gusto para la gente y gusto en las ideas).
El gusto no tiene sistema ni pruebas. Pero hay algo como una lógica del gusto: la consolidada sensibilidad que subyace y permite un determinado gusto. La sensibilidad es casi, pero no absolutamente, inefable. Toda sensibilidad que pueda ser ajustada en el molde de un sistema, o manejada con los rígidos instrumentos de la prueba, ha dejado de ser una sensibilidad. Ha cristalizado en una idea... Para aprehender una sensibilidad con palabras, sobre todo si es vívida y poderosa, hay que estar alerta y ser audaz. Me ha parecido que la forma de notas sería más apropiada para arrebatar algo de esta sensibilidad particularmente huidiza, mejor aún que la forma de ensayo, con su tendencia a la argumentación lineal, consecutiva. Resulta embarazoso mostrarse solemne y tratadista sobre el camp. Correríamos el riesgo de producir, a su vez, un pieza de camp muy inferior. [...]
1. Por comenzar muy generalmente: camp es una cierta moda de esteticismo. Es una manera de mirar el mundo como fenómeno estético. Esta manera, la manera camp, no utiliza categorías de belleza, sino del grado de artificio, de estilización.
2. Cargar el acento en el estilo es menospreciar el contenido, o introducir una actitud neutral respecto al contenido. Ni qué decir tiene que la sensibilidad camp no tiene compromiso, es es despolitizada o, al menos, apolítica.
3. No sólo hay una concepción camp, una manera camp de mirar las cosas. Camp es también una cualidad perceptible en los objetos y el comportamiento de las personas. Hay películas, vestidos, mobiliario, canciones populares, novelas, personas, edificios camp... esta distinción es importante. Cierto es que la mirada camp tiene el poder de transformar la experiencia. Pero no todo puede apercibirse como camp. No todo está en la mirada del partícipe. [...]
5. El gusto camp tiene preferencia por determinadas artes. Vestido, mobiliario, todos los elementos de la decoración visual, por ejemplo, constituyen un elemento considerable de camp. Pues el arte camp es con frecuencia arte decorativo, que subraya la textura, las superficies sensuales, y el estilo a expensas del contenido. Por eso, la música de concierto, por su carencia de contenido, raramente sería camp. No ofrece oportunidades, por ejemplo, para el contraste entre un contenido extraviado o extravagante y una forma rica... A veces formas enteras de arte se vuelven saturadas de camp. El ballet clásico, la ópera, las películas, así lo parecieron durante largo tiempo [...] La crítica cinematográfica (del tipo de las listas Las Diez Mejores Malas Películas que he Visto) quizá sea el mayor popularizador del gusto camp en la actualidad, pues la mayoría de las personas continúan yendo al cine de un modo modesto y con elevado espíritu. [...]
7. Todos los objetos y personas camp contienen un considerable elemento de artificio. En la naturaleza nada puede haber camp [...] la mayoría de los objetos camp son urbanos. No obstante, con frecuencia tienen una serenidad, o una ingenuidad, equivalente al bucolismo.
8. Camp es una concepción del mundo desde categorías de estilo; pero un modo particular de estilo. Es el amor a lo exagerado, lo off, el ser impropio de las cosas. El mejor ejemplo nos lo da el Art Nouveau, el estilo camp más característica y plenamente desarrollado. Los objetos del Art Nouveau, característicamente, convierten una cosa en algo distinto: los artefactos de alumbrado en formas vegetales floridas, el living en gruta [...]
9. El camp, considerado como un gusto en las personas responde particularmente a lo marcadamente atenuado, y a lo fuertemente exagerado. El andrógino es, ciertamente, una de las mejóres imágenes de la sensibilidad camp [...] Aquí, el gusto camp se apoya en un principio del gusto raramente reconocido: la forma más refinada del atractivo sexual (así como la forma más refinada del placer sexual) consiste en ir contra la naturaleza del sexo propio [...] Aliado al gusto camp por lo andrógino hay algo que parece muy distinto pero no lo es: un culto a la exageración de las características sexuales y manierismos de la personalidad. Por razones obvias, los mejores ejemplos que pueden citarse son estrellas de cine. [...]
17. Esto aparece claro en el uso vulgar de la palabra camp en cuanto verbo: algo que la gente hace to camp es un modo de seducir, un modo que emplea chispeantes manierismos y que es susceptible de doble interpretación [...] Simultáneamente, y por extensión, cuando la palabra se convierte en sustantivo, cuando una persona o un objeto es un camp, una duplicidad aparece. [...]
25. El sello del camp es el espíritu de extravagancia. Camp es una mujer paseándose con un vestido hecho con tres millones de plumas [...]
26. Camp es un arte que se propone serio pero que sin embargo no puede ser considerado seriamente porque es demasiado [...] Los modales y la retórica públicos de De Gaulle son camp puro.
27. Una obra puede estar próxima al camp, pero no llegará a serlo, porque triunfa. Las películas de Einsenstein difícilmente son camp porque, a pesar de toda su exageración, triunfan (dramáticamente) en exceso [...] Cuanto es extravagante en una forma inconsistente o desapasionada, no es camp. Tampoco puede ser camp cuanto no parece brotar de una sensibilidad irreprimible, virtualmente incontrolada. Sin pasión se obtiene pseudocamp; algo meramente decorativo acomodaticio, en una palabra, chic [...] preciosismo y camp no deben ser confundidos.
28. Camp, una vez más, es el intento de lograr algo extraordinario. Pero extraordinario en el sentido, con frecuencia, de especial, de seductor (la línea curva, el gesto extravagante). No es extraordinario meramente en el sentido de esfuerzo. Los ejemplos de X raramente son campy. Estos ejemplos serán rarezas naturales (el gallo con dos cabezas, la berenjena en forma de cruz) o también productos de una labor ímproba (el hombre que fue desde los Estados Unidos a la China haciendo la vertical, la mujer que grabó el Nuevo Testamento sobre la cabeza de un alfiler), pero carecen de ese atractivo visual, del embrujo, de la teatralidad que marca ciertas extravagancias como camp.
45. El desprendimiento liberador es prerrogativa de una élite, y así como, en cuestiones de cultura, el dandy es el heredero ochocentista del aristórcrata, el camp es el dandismo moderno. El camp es la respuesta al problema ¿cómo ser dandy en una época de cultura de masas?
46. El dandy estaba supereducado. Su postura era el desdén, o también el ennui. Buscaba sensaciones raras,no mancilladas por la apreciación de las masas [...] Estaba consagrado al buen gusto. El connoisseur del camp ha encontrado placeres más ingeniosos. No en la poesía latina, los vinos raros y las chaquetas de terciopelo, sino en los placeres más vulgares y comunes, en las artes de masas. Pero el mero consumo no agota a los objetos su placer; el camp aprende a poseerlos de un modo raro. El camp, el dandismo de la era de la cultura de masas, no distingue entre el objeto único y el objeto de producción de masas. El gusto camp trasciende la náusea de la réplica.
47. [...] Fue (Oscar) Wilde quien formuló un importante elemento de la sensibilidad camp, la equivalencia de todos los objetos, cuando anunció su intención de “renunciar” de su porcelana china azul y blanca, o declaró que un llamador podía ser tan admirable como una pintura. Cuando proclamó la importancia de la corbata, la botonera, la silla, Wilde estaba anticipando el espíritu democrático del camp. [...]
50. La aristocracia es una posición ante la cultura (así como ante el poder) y la historia del gusto camp es parte de la historia del gusto snob. Pero puesto que no existen ya auténticos aristócratas en el viejo estilo que adopten gustos especiales ¿quién será el portador de este gusto? Respuesta: una clase improvisada autoelegida, homosexuales fundamentalmente, que se autoconstituyen en aristócratas del gusto.
51. La relación peculiar entre gusto camp y homosexualidad merece ser explicada. Si bien no es cierto que el gusto camp sea gusto homosexual hay a no dudar una particular afinidad y coincidencia. No todos los liberales son judíos, pero los judíos han mostrado una peculiar afinidad a causas liberales y reformistas. Del mismo modo, no todos los homosexuales tienen gusto camp, pero los homosexuales, con mucho, constituyen la vanguardia y el público más articulado del camp. La analogía no está frívolamente escogida. Judíos y homosexuales son las descollantes minorías creadoras de la cultura urbana contemporánea. Creadora quiere decir que en su más auténtico sentido son creadoras de sensibilidades. Las dos fuerzas pioneras de la sensibilidad moderna son la seriedad judía y el esteticismo e ironía homosexuales.
52. La razón del florecimiento entre los homosexuales de la postura aristocrática parece ser también paralelo del caso judío. Pues toda sensibilidad sirve al grupo que la promociona. El liberalismo judío es un gesto de autolegitimación. También lo es el gusto camp, que de un modo definido posee algo propagandístico sobre ello. Ni qué decir tiene, la propaganda opera en la dirección exactamente opuesta. Los judíos apoyaron sus esperanzas para integrarse en la sociedad moderna promocionando el sentido. Los homosexuales han apuntalado su integración en la sociedad promocionando el sentido estético. El camp es un disolvente de la moralidad. Neutraliza la indignación moral, patrocina el sentido lúdico.
53. No obstante, aún si lo homosexuales han sido su vanguardia, el gusto camp es mucho más que gusto homosexual. Obviamente, su metáfora de la vida en cuanto teatro es particularmente apta como justificación y proyección de un determinado aspecto de la situación de los homosexuales. La insistencia camp en no ser serio, en jugar, conecta también con el deseo homosexual de mantenerse juvenil. Y, sin embargo, tenemos la impresión de que si los homosexuales no hubieran inventado más o menos el camp, alguna otra cosa hubieran encontrado. Pues la postura aristocrática en su relación con la cultura no Puede perecer, aún si persiste sólo en maneras crecientemente arbitrarias e ingeniosas. Camp es, repitámoslo, la relación para con el estilo en una época en que la adopción del estilo -en cuanto tal- se ha tornado cuestionable. En la era moderna, cada nuevo estilo, salvo si es francamente anacrónico, ha aparecido en escena como artístico.
54. Las experiencias del camp están basadas en el gran descubrimiento de que la sensibilidad de la alta cultura no tiene el monopolio del refinamiento. El camp afirma que el buen gusto no es simplemente buen gusto; que existe, a no dudar, un buen gusto del mal gusto. [...]
55. El gusto camp es, sobre todo, un modo de deleitarse, de apreciar, pero no de enjuiciar. El camp  es generoso. Quiere deleitar. [...]
56. [...] Las personas que comparten esta sensibilidad no ríen ante la cosa que etiquetan como camp, simplemente se deleitan. El camp es un tierno sentimiento [...].


Articulo de:    www.deartesypasiones.com.ar

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