miércoles, 9 de abril de 2014

PHILIP-LORCA DICORCIA


Philip-Lorca di Corcia (Hartfort, EEUU, 1953) es uno de los fotógrafos estadounidenses que en los últimos años mejor ha sabido ampliar el campo lingüístico y artístico de la fotografía. En todo su trabajo  se descubre una nueva visión en el tratamiento de géneros como escenas cotidianas y fotoperiodismo. 
En todas las obras de di Corcia se advierte la herencia de la representación pictórica clásica, así como asunción de la estética y la cultura cinematográficas. Sus fotografías se definen por la obviedad de sus temas, la sencillez de sus composiciones y la recurrencia al artificio compositivo, desafiando siempre el paradigma del instante decisivo.

Sus series Hustler (1990-1992), sobre la prostitución masculina en Hollywood, además de Streetwork, un trabajo iniciado en 1993 y no concluido, en el que interpreta el comportamiento humano en las calles de varias ciudades del mundo son sus trabajos más conocidos. 
Ya en sus trabajos anteriores -e incluso en los más tempranos- el artista parte de la observación y la recreación posterior de una escena cotidiana o doméstica, de manera que el retratado se convierte en actor en una escenografía que, sin embargo, es rutinaria, creando lo que conocemos como falso documentalismo. Es decir, puestas en escena de escenas cotidianas que podrían ser verdaderas.
Hustler recrea la actividad de Santa Mónica Boulevard, en el corazón de Hollywood, donde se concentra buena parte de la prostitución y el tráfico de drogas. El proyecto consiste en retratar a unos chaperos (hustlers) y reconstruir la realidad diaria de este apéndice truncado del “sueño americano”, además de criticar la doble moral sexual occidental desde el caso estadounidense. El resultado es una ficción que sitúa al espectador en la misma distancia respecto a la realidad. 
Por otro lado, di Corcia opta en Stretwork por colocar la cámara fija, aunque culta, en grandes avenidas; su trabajo consiste en elegir el momento. Se trata de un juego en el que convergen una relectura del clasicismo fotográfico que parte de la teoría del instante decisivo con un nuevo enfoque del tema por antonomasia de la fotografía norteamericana: la calle. De nuevo la realidad se presenta como escenario en el que se despliegan la cultura y el sistema occidental imperantes, al tiempo que desde esa vacuidad aparente enfrenta al espectador con sus propios pasos diarios y su relación rutinaria con otros transeúntes anónimos.

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